–Sol, ¿la ves tú desde ahí
arriba?
El sol se fijó en todas las cabezas que alumbra y calienta.
Sí, también en la tuya y en la mía. Y vio que ninguno de
nosotros era la tía Marta y se lo dijo:
–No la veo, Alberto.
–Entonces, si no la ves...
eso quiere decir que no está en este mundo.
–Espera, espera. Yo alumbro
sólo a la mitad del mundo. De la otra
mitad se encarga la noche.
–¿Y cómo se llega a la noche?
–No lo sé, Alberto. Yo soy el
sol, nunca he ido. Tengo prohibida
la entrada...
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