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MÓNTELO USTED MISMO.
Una sesión de cuentos en una biblioteca.
Ñaque nº44. Abril-Mayo 2006.

 

 Hoy:  El escenario: Montaje, consejos de uso y vicios.

 1.- Preparar el terreno.        

            Para disfrutar tranquilamente de su sesión de cuentos es importante, antes de empezar a montarla, preparar el espacio para librarlo de obstáculos molestos que una vez iniciado el proceso ya no podrán ser evitados.

             Para ello le aconsejamos que se haga la pregunta:
            ¿Dónde voy a montar la sesión de cuentos?

            Para conseguir una respuesta necesitaremos un poco de concepto “espacio escénico”. Sobre él, la semana pasada decíamos:       

            “Una de las preguntas más frecuentes que llegan a nuestra redacción es la siguiente: ¿Qué es un espacio escénico?

            Nuestro experto en misterios sin resolver quiso hacerse cargo de este apartado pero no nos pareció conveniente. No es un misterio. La respuesta es tan sencilla como obvia: El espacio escénico es el espacio en el que se realiza el acto escénico. O dicho de otra manera, aplicándolo a los cuentos y sin tanta repetición: Donde se realiza la sesión de cuentos”.

            Algunos nos habéis contestado: “Ah, claro. Entonces, un espacio escénico puede ser cualquier lado”.

             CUIDADO: Desde la redacción de MUM (Móntelo Usted Mismo) tenemos constancia del peligro que supone entender esta afirmación sin las debidas prevenciones. Si bien es cierta en parte, para que sea universalmente verdadera, no podemos dejar de reformularla de la siguiente manera: “Puede ser cualquier sitio que reúna las condiciones necesarias para el desarrollo del acto escénico

             Empecemos por el supuesto más sencillo:
             Hipótesis 1: Disponemos de salón de actos con escenario.
 

            Si existe el escenario, aparentemente ése sería el espacio escénico, pero he aquí la sorpresa: cuando contamos cuentos podríamos considerar como espacio escénico toda la sala, es decir, no sólo la porción del espacio en la que se ubica el narrador sino también allá donde se encuentra el resto de las personas que han acudido al acto. Eso se debe a la desaparición de la llamada cuarta pared y otras cosas que entienden las personas mayores y en las que no vamos a entrar (Esto es válido también para cuando no hay escenario, pero parecía conveniente decirlo aquí.) Para no liarnos, vamos a ver cómo preparar el escenario y después veremos el resto de la sala.

 

2.- Cosas importantes a tener en cuenta sobre los escenarios y la narración oral

 2.a El escenario como cosa: Alto y ancho.

            Puede que ustedes no se lo crean pero la altura del escenario puede ser un condicionante de importancia. No se suele caer en que la narración es comunicación. Piense usted en la facilidad de establecer una conversación íntima con una persona que se encuentra a su lado y con otra que está lejos ¿Con cuál de ellas le resultará más fácil? Creo que por aquí van los tiros. La narración es cercanía, un acto eminentemente humano en el que la respuesta del que escucha interviene y transforma.

Pasamos a la sección de consultas y cartas al director sobre este tema:

             “Tenemos un escenario que tiene la altura que tiene y no vamos a ir variando la altura según sea el caprichito del que nos venga”.

            Querido Capricornio, tienes toda la razón. Si desde esta sección hacemos hincapié en ello, es para que se sepa. Habrá que adaptarse, habrá que adaptarse. Por ejemplo, no sería extraño que un narrador ante un escenario muy alto elija contar desde abajo. Pasamos al mensaje que nos envía Acuario desde Cáceres que trata este tema:

            “El otro día nos vino un tío a contar cuentos y para hacerse el original, contó desde abajo del escenario”.

            Querida Acuario, como decíamos, esta conducta es habitual. Entendemos desde aquí que pueda parecer que el narrador quiera hacerse el moderno y sorprender por la posición desde la que cuenta, pero sólo es una persona adaptándose a las condiciones de trabajo que se encuentra. En estos casos el escenario nos sirve de decorado. Pero de decorados ya hablaremos.

            Cada burro tiene su arreo y cada maestrillo su librillo. Por ello damos la razón a Géminis de Lugo cuando dice “pues en mi biblioteca toda la vida se ha contado desde el escenario que es desde donde mejor se le ve y nunca se ha muerto nadie”. Lo dicho, tienes razón. Los escenarios se hicieron buscando las mejores condiciones (a veces con más intención que acierto) y terminamos con la frase de Libra, de Santurce, quien no falta a la verdad cuando dice “Ahora no os vengáis con monsergas, que contáis en bares nocturnos llenos de humo y con ruidos y en un rincón”. Querida Libra, también es cierto que se hace el amor en los Seat Seiscientos hasta que se dispone de cama grande.

 

2.b.-Vicios de los escenarios:

                         2.b.I.- El escenario: Ese almacén.

            Desde MUM le recomendamos guardar las herramientas en los armarios y realizar los actos escénicos en los espacios escénicos. En vista de vuestras consultas nos parece conveniente abundar en este aspecto.

             Todo lo que hay en el escenario tiene un sentido. Esta es una afirmación general que no suele ser cierta. Los ojos del espectador, de una manera consciente o no, entienden que todo lo que hay en el escenario forma parte del acto escénico. Y los ojos del espectador no se equivocan.

            Si un narrador sale con una maleta debe tener un sentido en su manera de contar los cuentos o ayudarle de alguna manera, contribuir, aportar algo a su propuesta. Bien porque le convierte en viajero, bien porque la abre en un momento dado y saca algún objeto... (no nos vamos a meter ahora en cómo los narradores nos complicamos la vida y entorpecemos nuestro trabajo y deslucimos los cuentos con objetos, tiempo habrá... ¡Ay, qué difícil es usar bien los objetos que pensamos que nos facilitan la tarea!)

             Por la misma razón, en el escenario debe quedar a la vista sólo aquello que forme parte de la sesión de cuentos. Si hay una mesa es porque debe haber una mesa, no porque se usó en un acto anterior y, como queda bastante sitio, no hace falta quitarla.

            La mayoría de los narradores, comprendiendo que esto de la narración es el arte de la palabra, construyen su espectáculo a base únicamente de su cuerpo y sus palabras. Lo mismo que la mayoría de las obras de teatro suelen contar con elementos para transportar al espectador al aquí y ahora que se produce en escena, en los cuentos la acción se produce en la mente del espectador a partir de los elementos orales (para entendernos, simplificando mucho las cosas).           

            Como consecuencia de lo antedicho, nos encontramos con que en la mayoría de los casos en el escenario sólo hay una persona y nada más. Por tanto, queda un montón de espacio para guardar cosas. Un narrador cabe en casi cualquier sitio. Quizá sea por eso que es tan frecuente la pregunta: ¿Cuánto sitio necesitas? Lo que no entiendo es por qué sorprende la respuesta: El escenario vacío.

            Yo quepo en cualquier lado, pero el escenario que no tenga cosas. Ni siquiera por los lados. No. Esas cosas están hablando, lanzando mensajes. Desgraciadamente a menudo lo que dicen es: “esto es un acto de andar por casa” o “no importa demasiado”. Adelantándonos a Aries de Valladolid que no tardará en decir:“Y que os creéis que sois una ópera en el Liceo”. No, querido Aries, ni hacemos ópera ni hay que ir vestido de domingo a una sesión de cuentos, pero tampoco es un cumpleaños en el MeClonas. Y eso hay que decirlo y hacerlo entender de todas las maneras y con todos los lenguajes. El lenguaje del escenario dice que el acto que tiene lugar en un entorno de trastos arrumbados es de matacagá (perdonen la expresión levantina).

             Parece obvio que si hay algo en escena es porque va a ser utilizado, porque dice algo, porque se necesita... no porque no se sabe donde meterlo, porque no cabe en otro sitio o porque aquí en el lateral parece que no molesta.

                         2.b.II.- Los Decorados: Esa rémora

            Nunca he contado ningún cuento de Walt Disney ni lo haré nunca. No entiendo pues por qué él me mortifica con sus dibujitos y sus colorines. Soy tolerante, soy tolerante. Pero prefiero, sin lugar a dudas, un fondo neutro, que no diga nada, porque es el cuento el que tiene que decir las cosas. Si habla también el decorado hay interferencias, distrae.

  

Y con esto acaba por hoy este espacio. Les emplazamos a la próxima entrega titulada:

“Hipótesis 2: No disponemos de salón de actos con escenario” o “Cómo puedes construir tu mismo un espacio escénico”

 

 

 

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