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Pablo Albo es un excelente narrador de cuentos. También es un excelente escritor de propuestas breves y estimulantes. Melena y Diógenes son dos de sus últimas creaciones. Proponen la libertad en el uso del lenguaje, la expresión de la creatividad inteligente, el humor surrealista y la ternura. Manifiestan  respeto hacia quienes escuchan o leen.

Las editoriales Kalandraka y Faktoría K de libros redondea la propuesta de Albo con unos productos exquisitamente diseñados y elaborados. Las ilustraciones de Pablo Auladell para Diógenes y las de Riki Blanco para Melena son considerablemente bellas y sugerentes.

Del trabajo de Auladell hemos hablado en otras ocasiones: es un ilustrador singular, que interpreta perfectamente el texto, que se implica, que ofrece referencias culturales -¿Xaudaló?, ¿el Titánic?, ¿Meliés?- y personales. Adapta el estilo gráfico al sentido del texto sin interferir. Explora la expresión mediante el dibujo; lo que encuentra en cada exploración no es producto de un artista voluble, giradizo, inconstante; es la prueba de un talento inconformista.

Riki Blanco es capaz de aprovechar lo que el autor ha escrito para crear magníficas metáforas visuales: la cabellera tiene la sombra de una gran ballena, la forma de un gran nido de pájaros o se transforma en un nubarrón tenebroso... porque cría piojos. Simple pero de elaboración muy pensada, el trabajo de Blanco se aviene perfectamente a lo que el relato nos dice: imagina, libera tu pensamiento, suelta palabras, crea, juega...

 

Melena es -y no es- el cuento de una cabellera muy gran y muy desordenada. Tanto como el cerebro que crece dentro de la cabeza que la cabellera cubre. Tanto como la imaginación de este cerebro y de las ganas de decir palabras nuevas de un niño. En la cabellera hay jirafas, hipopótamos, avestruces, murciélagos e..., insistimos, piojos. Este último hecho obliga a cortar la cabellera. Cortada y todo la selva persiste. La imaginación no tiene obstáculo. La selva liberada aparece magnífica. Nacida de enlazar palabras.

 Recoger lo que encuentras y llevarlo a casa puede ser signo de un trastorno psicológico: síndrome de Diógenes. El relato Diógenes (premio Lazarillo 2008) es una lección estimulante de escritura literaria. Pablo Albo seguramente recoge palabras que encuentra al azar, las guarda en cualquier cajón de escritorio, en un rincón de la habitación, en un agujero del jardín, para después sacarlas algún día, para sacudirles el polvo y unirlas una a una gracias al discurso de un relato inesperado, con sorpresa surrealista y amable, tierna, en cada página. Una palabra lleva a otra: una imagen a otra imagen. Los personajes de Albo lo recogen todo: una duna, capullos de gusanos de seda, un agujero de calcetín -dentro del cual se puede sembrar una semillita-, un naufragio, un submarino, charcos que a la larga forman una laguna... Padre, madre, hermano, tíos... Todos recogen y conservan. El tío colecciona cartas de amor. Pobre tío. No sabe que la avidez enfermiza por completar un tan especial colección le impedirá el enamoramiento real.

(Traducción casera de de Pablo Albo)

 

 

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  pabloalbo@pabloalbo.com                                      699 235 228