Agarré fuerte la botella con una mano y con la otra
tiré del tapón de corcho hacia arriba. No sabía lo que iba
a pasar, si lo hubiera sabido quizá no lo habría hecho... o tal
vez sí.
En el momento que saltó el tapón, se oyó un fuerte trueno, como
una explosión, como un rugido. Y empezaron a salir todas las
tormentas que imaginarse pueda:
Tempestades de lluvias feroces, relámpagos enormes, devastadores
vientos huracanados, olas gigantescas, rayos y truenos salieron
de la botellita. No me habría preocupado si no hubieran venido
directamente hacia mí. Tampoco me hubiera preocupado si, cuando
eché a correr, no me hubieran perseguido, pero lo hicieron.
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